Sabía
que este momento llegaría tarde o temprano.
Hace
tiempo tuve que elegir entre mi Amo o el tabaco, y obviamente escogí
a mi Amo. Lo conseguí, dejé de fumar muy fácilmente, por suerte
nunca he fumado como una carretilla, pero llegó la primera prueba
que no superé; salir con mis amigas fumadoras de fiesta y con mucho
alcohol de por medio. No sé si os pasará lo mismo, amigos
fumadores, pero yo cuando bebo alcohol necesito tabaco. Lo necesito,
mi garganta no aguanta el sabor de tanto alcohol si no lo contra
resto con el del tabaco. Se lo conté, fue el día que estrenó su
fusta.
Hubo
otro día de prueba, un cumpleaños justo después de pasar un muy
mal momento con mi Amo (siempre gracias a mi, claro), pero estábamos
bien. Sólo quería ánimos suyos para superar mejor la prueba, le
dije que tenía miedo por si no lo superaba, y lo que me contestó
fue si no esto, algo muy parecido a ''tú ya no sabes que hacer para
que te deje, verdad?''. Esa noche sí la superé.
Os
cuento esto antes del ''plato estrella'' porque ya imaginareis que
miedo tenía de fumar y decepcionarlo, de hacer algo que expresamente
mi Amo me prohibió, de fallarle por segunda vez, de que me abandone
por eso.
Siento
decir que no soy una persona fuerte y odio no poder decir que lo
logré y que no he vuelto a fumar desde entonces. Mil veces he
planeado confesárselo, pero siempre me inventaba alguna excusa que
me hacía pensar ''mejor la próxima vez''; o es que hacía tiempo
que no le veía, o hacía tiempo que no quedábamos y estaba todo
bien, o.. ''es que ya he hecho esto mal, no voy a decepcionarlo más
aún''. Sí, soy una auténtica cobarde.
Yo
sabía que él se acabaría dando cuenta, de hecho, me sorprendía
que no me hubiera dicho nada todavía, es raro que en cada prueba que
la vida me pusiera, no le dijera super feliz ''lo he conseguido mi
Amo!!!!'' y montara una fiesta. Y sabía que sería mucho peor que me
lo preguntara él por no habérselo contado yo misma, pero
simplemente no podía hacerlo, tenía demasiado miedo y la única
solución que muy en el fondo sentía que podía haber, era sentirme
acorralada y no tener opción de callármelo.
Entonces
ocurre la noche del sábado. ''Que me dices de lo de fumar?''.
Silencio... Agacho la cabeza sin poder evitarlo. La agacho porque soy
culpable, y mientras pienso qué decir escucho... ''No mientas, sabes
que eso es mucho peor''. No pensaba mentirle.
Apenas
le miraba, no podía hacerlo, pero cuando lo hacía me mataba con su
mirada. Después de tanto tiempo, esconderle algo tan importante...
Algo que en realidad sabía que debía decirle y me callé con
escusas baratas. Al parecer lo sabía desde hacía tiempo, pero
esperó y esperó, y esperó más a que se lo contara yo misma, pero
yo nunca se lo dije.
Ya
no está claro lo que debe de hacer conmigo, la he cagado tantas
veces... Hemos estado tantas veces en la misma situación, y me he
visto tantas veces pidiéndole una segunda y tercera y cuarta (ya he
perdido la cuenta) oportunidad, que hasta me daba vergüenza volver a
pedírsela. Y es que tampoco me salía decirlo aunque quisiera
tenerla, porque sé que lo merecía, porque sé que por esto no
merezco estar más a su lado.
Pero
sí le supliqué un castigo físico. Aunque luego decidiera
abandonarme, necesitaba sentir dolor, me sentía tan mal de cuerpo,
tan mal conmigo misma que necesitaba sacarlo por algún lado. Hace
tiempo, cuando me sentía mal, cogía una pequeña cuchilla y me
cortaba para luego curarme con alcohol y sentir ese escozor que hacía
que me sintiera mejor, pero tuve que dejar de hacerlo porque mi
hermana me pilló y me lo hizo prometer.
Ahora
no sé como explicar esta parte, sólo puedo deciros que es el
castigo más fuerte que he tenido que soportar. El culo poco
protagonista fue, sabe que ahí lo aguanto medianamente bien, y las
piernas... Dios las piernas, me duele vestirme, apoyar el portátil y
hasta caminar. Habían momentos en que no podía ni respirar, todo mi
cuerpo estaba tenso a la espera de recibir el siguiente latigazo.
Claro, con los ojos cerrados no sabes cuando será, así que
mantienes tu cuerpo tenso en todo momento, y eso lo conseguía mejor
si aguantaba la respiración y hacía fuerza. Entonces, si recibía
los latigazos muy seguidos, luego al parar para que respire un poco,
me faltaba el aire y costaba recuperarme.
De
llorar ni hablemos.
Os
mentiría si dijera que tras cada latigazo de los fuertes, de esos
que te hacen doblar y ponerte roja como un tomate mientras procesas
lo mejor que puedes todo el dolor, no pensaba en la palabra de
seguridad. Pero no quería decirla, quería aguantar todo lo que mi
Amo creyera que merecía, además yo también creía que lo merecía,
y decir la palabra de seguridad sería como rendirse, demasiado fácil
pararlo todo cuando crees que no aguantas más. El cuerpo aguanta
mucho más dolor que ese.
Lo
que sí me concedió es un momento de descanso, me hice una bolita
para acabar de llorar y recuperar fuerzas, entonces me cogió y dijo
que fuera con él. Esperaba de todo menos eso. Dejó que me tapara
con la manta, también estaba temblando de frío, y me apoyara en su
pecho, es como una estufita humana. Necesitaba calor y mimos, pero
podía estar sin ellos, no los merecía pero igualmente él me los
dio...
Ese
día debía tener las defensas bajas, me acosté tarde la noche
anterior y madrugué porque tenía una boda que duró hasta las 10 de
la noche. Estaba cansada y tenía mucho frío, y después de ese
increíble descanso mi cuerpo se enfrió, me dolía todo a la mínima.
Ahora sentía que no podría aguantar como antes. Le avisé, pero le
dio igual, yo sabía lo que debía hacer y él todavía no había
acabado con su castigo. Nunca he dicho mi palabra de seguridad,
quiero que si para sea porque él quiere hacerme ese favor.
Construyó
en un momento con cable y otras cosas un arma puntiaguda, y tenía
pinta de doler, sí. Entonces me ordenó tumbarme boca abajo, recta,
sin moverme ni mirar y comenzó el segundo asalto. De verdad que no
me sentía con más fuerzas, las había gastado todas en la primera
parte, le suplicaba para que me hiciera el favor de parar, pero no
paraba. Volvía a decirme que aguantara un poco más, pero sabía que
no lo conseguiría.
Entonces
cambió el arma, volvió con el látigo.
Dos
latigazos de los fuertes aterrizaron seguidos y por casualidad,
supongo (no creo que tenga tanta puntería), en el mismo sitio y no
pude evitar decirlo. Volví a hacerme una bolita para llorar
desconsoladamente, había dicho mi palabra de seguridad, me había
fallado a mí misma y sentía que había fallado aún más si podía
a mi Amo.
Volvió
a cogerme y ponerme en su pecho. ''Aún no he acabado contigo, pero
no puedo tocarte más por hoy'' me dijo entre caricias. Y
una vez ya me había tranquilizado me besó y dejó que le tocara el
pelo, y su barba, y su cuerpo...
Creo
que lo más duro fue escuchar ''También duele que te mienta tu
perrita'' después de que me tocara sin querer en un sitio sensible y
dijera ''aish duele''.
No hay comentarios:
Publicar un comentario