Nunca
había considerado las pinzas una herramienta de castigo ‘’fuerte’’, que
digamos. No hasta la semana pasada, claro.
A mi Amo a veces le gusta dejarme elegir elemento de tortura, y
ese día tocó doble.
-Por
si no lo sabíais, hace poco fui castigada. Dejé una foto preciosa del resultado
;P-
No sé si será cosa de la ‘’super virtud‘’ de ser indecisa o qué,
pero uff cuesta, eh? Escoges algo a la altura del castigo y te haces la
valiente, o por el contrario eliges algo flojillo que sí, duele,
pero ‘’bah’’ aguantable. -Hahahah ilusa, cojas lo que
cojas te va a doler al nivel del castiiiiigo-
Mi Amo tiene la habilidad de hacer que incluso lo más inofensivo
se convierta en una pesadilla. Y sí, lo verifiqué la otra noche, cosa que me
hace pensar ‘’Qué valiente Avril!! Eso quiere decir que siempre aceptas tu
castigo y no intentas escaquearte (angelito) (angelito)’’
Cierto! Cuando decepciono de cualquier forma a mi Amo me siento
tan increíblemente mal, que necesito dolor, que me castigue, pasarlo mal. Es la
única forma en la que me siento perdonada. Peeeero ese día eran 2 objetos.
Mi primera elección fue el látigo, a lo que mi Amo
añadió ‘’muuuy bieeen, perrita’’ con un tono de ‘’apuntas fuerte, qué
bien me lo voy a pasar’’ -cosa que hizo que me
arrepintiera un poquiiiiito-. El
segundo objeto ya lo tuve que estudiar más.
Y después de… tal vez un par de minutos -o tres-, me decanté por las pinzas japonesas, porque
sí, me fui a lo fácil, podría haber elegido el cable, las bridas, el plug -oh el plug, me tiene cagada perdida!-… Pero escogí las pinzas. Porque nunca
me han dado miedo, porque tengo los pezones que se podrían retorcer con unos
alicates sin problema, porque ya iba a pasarlo mal con el látigo…
Repito: HA HA HA. ILUSA.
Os pongo en situación; después de cerrar los ojos y tirar rápido
y sin pensar para atrás cuando mi Amo me ordenó quitarme las pinzas que ‘’B’’
su mejor amigo y compañero de piso tenía agarradas por la correa, se rió.
Entonces fue cuando Él las cogió y me las volvió a poner
mientras me decía…‘’Lo que ‘’B’’ no sabe es que si pones las pinzas más atrás
del pezón… estás jodida’’. [Nota aclaratoria: primero fue‘’B’’ quien me puso
las pinzas, y lo hizo justo en los pezones]
La verdad es que, aunque hubiera sido rápido, apenas me dolió
quitarme la pinza estirando, así que preocupar, tampoco me preocupaba mucho
tener que hacerlo lento.
Primero fue la izquierda, y… Conseguido sin problema -weeee-. Ahora bien. Viene la razón
por la cual escribo este post… -Chun, chun-chun, chuuunnnn-El
piercing del pezón derecho.
Como todos bien sabemos, las pinzas japonesas están fabricadas
con un mecanismo que hace que contra más estires, más aprieten. Pues con una
barra, no precisamente de las finas, atravesando literalmente tu pezón de punta
a punta… No rula. Y qué pasa si no rula y sigues estirando? Que la pinza se
agarra con más fuerza a ti, y si antes la barra del piercing no pasaba, ahora
sí que olvídate.
El dolor que sentía era… Indescriptible, de verdad, poco faltaba
para arrancarme el pezón de cuajo. (Exagero)
Desistí.
-Etch tch tch tch tch. Te he dicho que pares, perra?
‘’No, mi Amo’’ Le respondí con ojitos de cordero degollado
suplicándole sin decir nada que por favor no me obligara.
Una vez más.
Estiré
y estiré, no con más fuerza, porque no aguantaba más, pero sí constante hasta
que por fin escuché un ‘’ya vale’’. Y agaché la cabeza ipso facto a la vez
que rompí a llorar.