lunes, 22 de diciembre de 2014

Por no ser suficiente fuerte

Sabía que este momento llegaría tarde o temprano.

Hace tiempo tuve que elegir entre mi Amo o el tabaco, y obviamente escogí a mi Amo. Lo conseguí, dejé de fumar muy fácilmente, por suerte nunca he fumado como una carretilla, pero llegó la primera prueba que no superé; salir con mis amigas fumadoras de fiesta y con mucho alcohol de por medio. No sé si os pasará lo mismo, amigos fumadores, pero yo cuando bebo alcohol necesito tabaco. Lo necesito, mi garganta no aguanta el sabor de tanto alcohol si no lo contra resto con el del tabaco. Se lo conté, fue el día que estrenó su fusta.

Hubo otro día de prueba, un cumpleaños justo después de pasar un muy mal momento con mi Amo (siempre gracias a mi, claro), pero estábamos bien. Sólo quería ánimos suyos para superar mejor la prueba, le dije que tenía miedo por si no lo superaba, y lo que me contestó fue si no esto, algo muy parecido a ''tú ya no sabes que hacer para que te deje, verdad?''. Esa noche sí la superé.

Os cuento esto antes del ''plato estrella'' porque ya imaginareis que miedo tenía de fumar y decepcionarlo, de hacer algo que expresamente mi Amo me prohibió, de fallarle por segunda vez, de que me abandone por eso.

Siento decir que no soy una persona fuerte y odio no poder decir que lo logré y que no he vuelto a fumar desde entonces. Mil veces he planeado confesárselo, pero siempre me inventaba alguna excusa que me hacía pensar ''mejor la próxima vez''; o es que hacía tiempo que no le veía, o hacía tiempo que no quedábamos y estaba todo bien, o.. ''es que ya he hecho esto mal, no voy a decepcionarlo más aún''. Sí, soy una auténtica cobarde.

Yo sabía que él se acabaría dando cuenta, de hecho, me sorprendía que no me hubiera dicho nada todavía, es raro que en cada prueba que la vida me pusiera, no le dijera super feliz ''lo he conseguido mi Amo!!!!'' y montara una fiesta. Y sabía que sería mucho peor que me lo preguntara él por no habérselo contado yo misma, pero simplemente no podía hacerlo, tenía demasiado miedo y la única solución que muy en el fondo sentía que podía haber, era sentirme acorralada y no tener opción de callármelo.

Entonces ocurre la noche del sábado. ''Que me dices de lo de fumar?''. Silencio... Agacho la cabeza sin poder evitarlo. La agacho porque soy culpable, y mientras pienso qué decir escucho... ''No mientas, sabes que eso es mucho peor''. No pensaba mentirle.

Apenas le miraba, no podía hacerlo, pero cuando lo hacía me mataba con su mirada. Después de tanto tiempo, esconderle algo tan importante... Algo que en realidad sabía que debía decirle y me callé con escusas baratas. Al parecer lo sabía desde hacía tiempo, pero esperó y esperó, y esperó más a que se lo contara yo misma, pero yo nunca se lo dije.

Ya no está claro lo que debe de hacer conmigo, la he cagado tantas veces... Hemos estado tantas veces en la misma situación, y me he visto tantas veces pidiéndole una segunda y tercera y cuarta (ya he perdido la cuenta) oportunidad, que hasta me daba vergüenza volver a pedírsela. Y es que tampoco me salía decirlo aunque quisiera tenerla, porque sé que lo merecía, porque sé que por esto no merezco estar más a su lado.


Pero sí le supliqué un castigo físico. Aunque luego decidiera abandonarme, necesitaba sentir dolor, me sentía tan mal de cuerpo, tan mal conmigo misma que necesitaba sacarlo por algún lado. Hace tiempo, cuando me sentía mal, cogía una pequeña cuchilla y me cortaba para luego curarme con alcohol y sentir ese escozor que hacía que me sintiera mejor, pero tuve que dejar de hacerlo porque mi hermana me pilló y me lo hizo prometer.

Ahora no sé como explicar esta parte, sólo puedo deciros que es el castigo más fuerte que he tenido que soportar. El culo poco protagonista fue, sabe que ahí lo aguanto medianamente bien, y las piernas... Dios las piernas, me duele vestirme, apoyar el portátil y hasta caminar. Habían momentos en que no podía ni respirar, todo mi cuerpo estaba tenso a la espera de recibir el siguiente latigazo. Claro, con los ojos cerrados no sabes cuando será, así que mantienes tu cuerpo tenso en todo momento, y eso lo conseguía mejor si aguantaba la respiración y hacía fuerza. Entonces, si recibía los latigazos muy seguidos, luego al parar para que respire un poco, me faltaba el aire y costaba recuperarme.

De llorar ni hablemos.

Os mentiría si dijera que tras cada latigazo de los fuertes, de esos que te hacen doblar y ponerte roja como un tomate mientras procesas lo mejor que puedes todo el dolor, no pensaba en la palabra de seguridad. Pero no quería decirla, quería aguantar todo lo que mi Amo creyera que merecía, además yo también creía que lo merecía, y decir la palabra de seguridad sería como rendirse, demasiado fácil pararlo todo cuando crees que no aguantas más. El cuerpo aguanta mucho más dolor que ese.

Lo que sí me concedió es un momento de descanso, me hice una bolita para acabar de llorar y recuperar fuerzas, entonces me cogió y dijo que fuera con él. Esperaba de todo menos eso. Dejó que me tapara con la manta, también estaba temblando de frío, y me apoyara en su pecho, es como una estufita humana. Necesitaba calor y mimos, pero podía estar sin ellos, no los merecía pero igualmente él me los dio...

Ese día debía tener las defensas bajas, me acosté tarde la noche anterior y madrugué porque tenía una boda que duró hasta las 10 de la noche. Estaba cansada y tenía mucho frío, y después de ese increíble descanso mi cuerpo se enfrió, me dolía todo a la mínima. Ahora sentía que no podría aguantar como antes. Le avisé, pero le dio igual, yo sabía lo que debía hacer y él todavía no había acabado con su castigo. Nunca he dicho mi palabra de seguridad, quiero que si para sea porque él quiere hacerme ese favor.

Construyó en un momento con cable y otras cosas un arma puntiaguda, y tenía pinta de doler, sí. Entonces me ordenó tumbarme boca abajo, recta, sin moverme ni mirar y comenzó el segundo asalto. De verdad que no me sentía con más fuerzas, las había gastado todas en la primera parte, le suplicaba para que me hiciera el favor de parar, pero no paraba. Volvía a decirme que aguantara un poco más, pero sabía que no lo conseguiría.
Entonces cambió el arma, volvió con el látigo.

Dos latigazos de los fuertes aterrizaron seguidos y por casualidad, supongo (no creo que tenga tanta puntería), en el mismo sitio y no pude evitar decirlo. Volví a hacerme una bolita para llorar desconsoladamente, había dicho mi palabra de seguridad, me había fallado a mí misma y sentía que había fallado aún más si podía a mi Amo.

Volvió a cogerme y ponerme en su pecho. ''Aún no he acabado contigo, pero no puedo tocarte más por hoy'' me dijo entre caricias. Y una vez ya me había tranquilizado me besó y dejó que le tocara el pelo, y su barba, y su cuerpo...

Creo que lo más duro fue escuchar ''También duele que te mienta tu perrita'' después de que me tocara sin querer en un sitio sensible y dijera ''aish duele''.





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